Una tarde soleada cualquiera, justo después de los acontecimientos de la pandemia, caminaba por el centro de Medellin. Iba bajando por la Av. La Playa hacia la Oriental cuando alguien en la acera me llamó, pero no dijo mi nombre…
– …el señor Identidad Cannabica! Cómo estás? –
Yo voltee extrañado y me encontré de frente con la sonrisa de “Lucho” peña, quien me saludó efusivamente y preguntó sobre cómo iba el proyecto.
Desde el principio en el que Identidad Cannábica comenzó a solidificar un discurso coherente y un propósito por si mismo, requería que de vez en cuando mostramos nuestras caras en las redes sociales en un contexto cannábico, cómo es necesario al tratarse de temas importantes de frente a la comunidad de consumidores pero también de cara a todo aquel que no comprende los propósitos del cannabis y la gente que lo ha integrado a sus vidas.
Para todos es claro que, incluso en ambientes más conservadores, cualquiera le teme a la cámara y se siente cierto vertigo al exponer nuestra imagen en público. Repito que en el propio principio de nuestra actividad informativa, tuvimos cierta licencia y construir está marca sin vincularla a nuestras Identidades Reales (la de Andrés López y la mia. Usábamos nuestra Identidad Cannabica pero eventualmente sucedería que tuviéramos que salir en pantalla.
El día que lo llevamos a discusión, Andrés fue categorico al señalar que aún no estaba listo para dar ese paso. Si bien ya en su vida personal y familiar estaba legalizado y era muy incisivo en legalizarse (hacer conocer su consumo) en lugares y con personas con las que sabía que tendría que convivir con relativa constancia; también tenía en ese momento de su vida algo entre sus relaciones personales que no le permitía “salir del closet cannabico”, por lo menos a lo que Internet y a su omnipotente ubicuidad se refería. Era comprensible.
En ese orden de ideas, al otro 50% del equipo (es decir, a mi) le tocaba enfrentar y en cierta forma resolver el dilema de la imagen en Identidad Cannábica y sus redes sociales.
Aún así, en el trayecto del ejercicio informativo y periodístico que veníamos haciendo, el mismo contenido y los colores de nuestro logo fueron más que suficientes para suplir ese necesario enfrentamiento con la realidad de Facebook o Instagram. Fue en ese fragor, entre las preguntas y respuestas, entre las vivencias y contradicciones de la misma comunidad del cannabis, dónde nos dimos cuenta que no era necesario basar el éxito del proyecto en nuestra propia imagen. Podía ser incluso una oportunidad positiva.
Nuestro objetivo no depende entonces de un personaje, o dos. No depende de una personalidad específica o una imagen determinada. Identidad Cannábica depende entonces del espíritu mismo del cannabis, de la información que la misma comunidad genera y establece como relevante y que sea de valor para la construcción de conocimiento para reconocernos como consumidores responsables.
Esto nos permitió ampliar el enfoque, llegar a informar y escribir sobre las diferentes realidades generadas en la comunidad y no necesariamente sobre nosotros mismos en esa misma comunidad.
Fue la oportunidad de contemplar todas las ópticas, todas las vertientes y poner a los verdaderos protagonistas en el foco. Todos aquellos que han coexistido con la planta y su consumo, de manera histórica y todos los que en la actualidad le hacen una apuesta fuerte para que realmente el futuro en Colombia, sea verde.
Eso no implica que estemos fuera de cámara. De vez en vez aparecemos en vivo, nos fumamos un porro en un “live” y encontramos la forma de conversar temas diversos bajo la sombrilla del cannabis. La misma marihuana es la protagonista de nuestras historias y todo lo demás que busque protagonismos canales o egocentrismos divisorios, termina convirtiéndose en un doble inconveniente, que desdibuja muchas veces, la imagen que deseamos proyectar sobre el activismo y que dependa enteramente de un nombre propio o del famoso de turno.
El objetivo de Identidad Cannábica encuentra entonces un espacio firme en medio de todas las fluctuaciones que pertenecen a esta comunidad del cannabis preexistente (la real, la de las calles y los grows) y aporta un valioso mensaje sobre la planta, no sobre “la marca”. Un mensaje de los beneficios sin caer en los vicios egocentristas de la fama y los nombres de influencers.
Llevamos el mensaje sencillo y claro sobre una planta que nos une y que viene a recuperar su protagonismo en la historia. Somos simples mensajeros de esta nueva noticia y la idea central es no olvidar el mensaje, obnubilados tal vez por la sapiencia que nos brinda su consumo y más bien comprendiendo, identificando enteramente que hay un propósito superior más allá de nuestra fama y prestigio. El fin superior es el cannabis y la transformación que se logrará en nuestro país y en el mundo si lo comprendemos como la planta sagrada que siempre ha sido.
Excelso!