Ya habían pasado las 4:20 de ese jueves cuando llegué al punto de encuentro. Como en ocasiones anteriores se había seleccionado un lugar muy conocido y tradicionalmente legalizado en nuestra ciudad 😉😉 , allí al aire libre ya se congregaban espectadores, curiosos, catadores y los protagonistas de este encuentro, los cultivadores.
Con el fresco caer de la tarde nos fuimos juntando con la expectativa de la cata. Este evento espontáneo en el que cultivadores, procedentes de diferentes lugares, trajeron sus flores, muestras de sus autocultivos y de las genéticas que conservan, cosechan y consumen. Una oportunidad única para muchos que, por cuestiones de la prohibición, no siempre tienen acceso a flores de genéticas muy variadas, con sabores increíbles y escuchar las experiencias de cultivo de quienes las traen a la mesa, sus métodos y consejos para quienes desean iniciar en el autocultivo.
Desde antes de las 4 pm estaban allí algunas de las caras más conocidas del mundo cannábico en nuestra ciudad, apoyando, discutiendo y por supuesto disfrutando de las primeras flores que llegaban o los cogollos que cada uno traía, no para participar en aquella cata, sino para comenzar a calentar motores y preparando los ánimos para lo que más tarde llegaría. A unos pasos de allí habían agrupado algunos bultos de tierra abonada, un preparado de sustrato que había tenido como destino entregarse en las reuniones de la comunidad del cannabis en Medellín el marco de las últimas elecciones regionales. Los bultos de 5 kg cada uno estaban acompañados por alguna macetas de geotextil y en algún momento, de manos de David Ponce “Don Marcha“, comenzaron a separar semillas que posteriormente fueron entregadas a los asistentes. Todos querían semillas!
Esto último es una práctica muy común en las reuniones cannábicas, ya que el fin último no solo es saborear las flores y disfrutar sus efectos, sino que muchos de quienes asisten a estos encuentros muchas veces no se han resuelto a iniciar un proceso de autocultivo, ya sea por desconocimiento o falta de un pequeño empujón y puedan tener un kit de autocultivo. El poder llevar un simple kit a sus casas garantiza que, posterior a la cata o cualquiera de estos eventos, algunos de nosotros comenzarán a cultivar sus propias semillas de cannabis, dejando de consumirle al microtráfico los frutos que posteriormente darán esas plantas en cada hogar.
En una de las mesas del lugar, en un pasillo contiguo se aglomeraba un nutrido grupo. Con sus celulares registraban lo que estaba sucediendo. A veinte manos ( 10 peguetes simultáneos ) y con la meticulosidad que permitía el ajetreo se fueron liando sendos porros en cuyos filtros, escrito a mano llevaban el nombre de la variedad o genética, un detalle de fina coquetería para quienes después terminarían catando y por lo tanto reconociendo esos sabores que esta mesa se preparaban.
De aquí para allá se veía correr a Jhohan Rincón, con su característica camiseta negra y un cuaderno en la mano, anotando los detalles de las flores que iban llegando, la tarde no había terminado y ya se habían registrado más de 50 variedades y los respectivos bancos. Luego del obligado registro las muestras pasaban a la mesa, donde los prestos armadores las recibían y daban sus primeras apreciaciones sobre ellas.
– …esta huele muy bien, toma…siente esos terpenos – decía uno de ellos mientras pasaba el cogollo. El otro lo acercaba a su nariz para distinguir esos olores mientras asentía con la cabeza en señal de aprobación.
La luz en el lugar ya era muy poca rayando las 5:30 de la tarde, hasta el punto en que varios asistentes aportaron encendiendo la luz de sus móviles para permitir una mejor visual de ese proceso de armado que al final tomó más de 3 horas para lograr 91 porros, todos de genéticas diferentes. Se consideró una cata internacional pues fue tanta la afluencia y tan efectiva la convocatoria en el marco de la ExpoMedeweed que llegaron asistentes de diferentes paises, como Ecuador, Venezuela, España, México, Perú, EEUU, Canadá y Colombia por supuesto.
De tanto en tanto nos preguntábamos cuándo comenzaría la cata, estaba tomando bastante tiempo el armar tantos porros, algunos de quienes estaban en el proceso de armarlos recibieron un relevo, pues era ardua la tarea y muchas las flores que llegaban a participar.
Mientras tanto había mucho por compartir, el momento de la espera propicio para conversar, conocernos un poco más con aquellas personas de la comunidad del cannabis con las que no habíamos tenido oportunidad de disfrutar unos buenos humos, departir sobre la regulación, el clima o cualquier cosa que viniera al caso, fue un momento de disfrute en medio de las diferentes flores que llegaban y propiciaron una pre-cata muy nutrida alrededor de lo que estaba preparándose en la mesa de armado.
Cuando todos los porros estuvieron listos y se tomaron las fotos y videos de rigor se dio el paso definitivo para la cata principal. Se alzaron dos bandejas llenas, repletas de esos variados porros que tomaron media tarde para estar listos y el tumulto no se hizo esperar. El manjar estaba servido y los comensales estaban prestos.
Entre todos formamos un “círculo” de unos 12 metros de diámetro, estábamos allí, mal contadas, unas 200 personas expectantes, listos y listas para comenzar la cata.
– con candela en mano! candela en mano! – comenzaron a repetir, mientras comenzaban a repartirles a quienes teníamos un encendedor… – No lo prendan todavía! Hey hey… no lo prendan todavía !!-
Pero ya era tarde. Los primeros en recibir fueron los que más rápido lo prendieron y así comenzó.
-Dos plones y rotelo a la derecha! – se escuchó al ver el inevitable inicio de la cata…
En menos de un minuto ya habíamos probado unos sabores increíbles de más de 10 variedades, frutales, terrosos, dulzones, maderados, cítricos… iban pasando cada porro y cada calada era nueva, diferente. El círculo que habíamos formado inicialmente se fragmentó en pequeños grupos alrededor de esas flores que se estaban degustando, de los comentarios interesantes, de las risas.
– …parce esa genética es la ganadora, como se llama? –
– manzana postobón, literal sabe a manzana postobón… – contestó otro
Se referían a la degustada y admirada Apple Soda, cultivada por Alejandro Torres. Una delicia que se destacó entre las tantas otras delicias que tuvimos oportunidad de conocer y saborear desde muy temprano esa tarde que se desvaneció en medio de aquellos humos.
Un nuevo récord. Más de 90 genéticas en un solo lugar convocado por la comunidad del cannábis para conocer la planta, para construir tejido social y brindar oportunidades nuevas de autocultivo y cultura.
Cata internacional