Una pausa en el consumo de cannabis de uso adulto

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Todo consumidor de cannabis lo ha experimentado. Lo que conocemos como la primer traba, el primer contacto fuerte con el cannabis (para bien o para mal) que se siente con intensidad y un asombro sinigual. Es una experiencia en mayor medida reveladora y transformadora que incluye a veces, alucinaciones simples que se tornan divertidas en muchos casos. En este artículo hablaremos de esa primer experiencia, de los consumos que pueden trivializar nuestro hábito y de cómo las pausas en el consumo pueden llevar a mejorar nuestro consumo del cannabis “recreativo” a largo plazo.

El set and setting

Nuestra mente es un lugar inexplorado, incluso cuando creemos que estamos en vigilia, atentos y concentrados , millones de conexiones se entrelazan generando pensamientos aleatorios sin control. Al entrar al campo de nuestra mente en un estado alterado generado por cannabis u otra sustancia, siempre hay una carga psicológica que debemos tener en cuenta. Nuestra disposición a navegar en las aguas de la mente requiere una superficie serena para poder mirar bajo la superficie.

Es crucial tener una preparación interna y externa al disponerse al consumo de cannabis por ejemplo. Un ambiente adecuado, cómodo, climatizado y tranquilo suelen ser el inicio de una experiencia interesante y adecuada. En esas condiciones una primer experiencia de consumo comienza de manera agradable y se preveen muchos de los efectos adversos por ansiedad o histeria a los que suelen achacarle a las drogas en muchos consumos. El set and Setting combina ambos panoramas (el mental y el ambiental) para un consumo sano, agradable y trascendental previniendo muchas de esas experiencias adversas que refuerzan los mitos de que el cannabis es “malo”.

La posibilidad del abuso de una sustancia

Mucho se ha escrito sobre la adicción generada por el cannábis. Si bien no todos lo manejan de la misma manera y no a todas las personas les sienta bien (no les cae igual como decimos en el argot popular), es sabido que mucho del mal gusto que genera el cannábis en quienes lo han probado es una mala experiencia, tal como lo hablamos en el punto anterior.

A quienes les ha llegado de manera adecuada y que sienten que su vida mejoró en algún aspecto a partir del consumo de cannábis, también les cabe la posibilidad de llegar a un momento de abuso, un exceso en el uso del cannábis para perseguir una sensación de bienestar generalizada. Esto está muy relacionado al desconocimiento de nuestra relación con la planta y de los propósitos que tiene su consumo en última instancia. La experiencia nos dicta que la adicción al cannábis es psicológica, dada su capacidad de inducir un estado placentero en nuestra cotidianidad, sin llegar a una adicción química para nuestro cerebro y sistema nervioso. no se da un síndrome de abstinencia incontrolable como si puede desencadenarlo el alcohol o el consumo de nicotina.

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Siempre existe la posibilidad de ceder en un uso abusivo del cannabis y debemos ser vigilantes para activar las alarmas en caso de notar algún desequilibrio en nuestra cotidianidad, falta de entusiasmo, bajo ánimo o afectación en las horas de sueño (entre otros signos). El identificar estos cambios en nuestro actuar diario puede hacer la diferencia entre un consumo de proporciones saludables y un consumo que está comenzando ha hacerse problemático.

La abstinencia cómo camino hacia una experiencia amplificada con el cannabis

Ya sea que estemos dentro de lo que consideramos consumo esporádico o hayamos captado algún tipo de alteración de consumo que parezca problemático, una pausa en el consumo de la planta puede caer muy bien.

La saturación de nuestros receptores (CB1 y CB2) dentro del sistema endocannabinoide (SEC) puede hacerse notar por experiencias con un high momentáneo y de corta duración, así como la necesidad de dosis más altas para obtener experiencias similares. Para la gran mayoría, el consumo adulto de marihuana se da por combustión y es la forma más fácil y económica de hacerlo, tradicionalmente utilizada por el marihuanero de consumo constante de la flor seca. Sin embargo hay formas de consumir los subproductos de la planta, en diferentes concentraciones y provenientes de diferentes procesos (destilados o extractos) que permiten un consumo más puro pero también permite acceder a concentraciones más altas y potentes, dependiendo de la variedad y genética.

Este amplio panorama de posibilidades de consumo permiten tener opciones de decisión de acuerdo al ritmo deseado. Puede que “descender” al consumo del porro pueda reducir las concentraciones de THC versus las extracciones más potentes, siempre observando las diferencias entre nuestros organismos y contemplando los efectos de la combustión en nuestros pulmones. Puede que hacer una pausa de uno o varios días en nuestra rutina acostumbrada pueda traernos sorpresas.

El impacto es notable de inmediato. Nuestro cuerpo, y más aún nuestro cerebro, acostumbrado a un influjo constante de altas concentraciones de cannabinoides, manifiesta un descenso de los niveles en sangre y en el tejido adiposo de reservas. Entre más prolongada sea la pausa en el consumo, seguramente más fuerte será el retorno como efecto de una pequeña cantidad de cannabis. Esto visto desde una perspectiva de reducción de riesgos en el consumo (aunque parezca contradictorio) también implica una recuperación de nuestro organismo, de nuestros pulmones en este caso, al reducir la combustión constante.

Posterior a este lapso de tiempo en el que realizamos la pausa en nuestro consumo, podemos optar por consumir en “edibles” o alimentos infusionados con cannábis. También puede ser por medio de gotas. Sus efectos son aún más fuertes que el cannábis inhalado y la duración es más prolongada, dado que el TCH en su forma ácida es transformado por el hígado en el proceso de absorción, convirtiéndolo en 11-OH-THC, con unos efectos más potentes.

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La importancia de la vigilancia en nuestro consumo

La clave definitiva para un consumo responsable y autónomo, está en la observación, en el análisis diario de nuestras acciones versus los niveles de consumo. Algunos podrán limitarlo a una rutina que no exceda más allá de una fumada entradas las horas de la noche, otros acostumbran hacerlo a las 4:20 p.m. como es tradicional, siempre diario. El reto de espaciar el consumo de manera semanal (un porro el próximo fin de semana) o limitarlo a una salida de campo con amigos puede llevarnos de nuevo a sentir los subidones de hace algún tiempo, mucho más placenteros y profundos, lo que con nostalgia llamamos la primera traba, puede llegar a sentirse de nuevo si logramos esa radical pausa y traer a la conciencia el propósito esencial que le hemos puesto a nuestro consumo de cannabis adulto.

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