Imagina la escena.
Un grupo de amigos, no más de 5 o 6 personas están al rededor de la mesa. Sobre ella una serie de frascos coloridos y etiquetados. Aditamentos de vidrio y metal. Uno de los “comensales” utiliza ágilmente sus manos. Toma un rascador, prepara la bandeja. Selecciona los cueros y saca un poco de marihuana de uno de los recipientes de vidrio.
Al otro lado de la mesa, uno de ellos exclama al sentir el suave y cítrico aroma que le llega luego de destapar el frasco que contiene los cogollos. Acto seguido, quien sirve y arma, ofrece la boca del frasco a quienes están más cerca. un – …huele delicioso! – se escucha mientras alguien más ha tomado una de las resinosas flores para apreciarla más de cerca. El grinder, está un poco pegado. Los cogollos llevan algún tiempo guardados pero no han perdido esa suavidad y plasticidad al tacto.
Alguien retoma un tema anterior y ríen mientras el o los porros están listos. A veces arman uno solo, en ocasiones dos o hasta tres. Ya se han tomado una cerveza o estuvieron viendo un partido de futbol en televisión y están en medio tiempo.
El escenario puede variar, el tiempo y el numero de personas, pero el parche siempre es el parche. podemos hacernos un parche con amigos, pero también es muy agradable parcharse solo. Suele suceder.
Es uno de los hechos característicos de la comunidad cannábica que se ha anidado en el imaginario colectivo y en el que concurren todo tipo de personalidades, inteligencias, artes y opiniones. Siempre se desata una discusión profunda, se llega a conclusiones interesantes o se disfruta en medio de admiración de buena música o un paisaje irrepetible.
Quien lo forja centra toda su atención en el proceso, seleccionando las flores más aromáticas o fabricando el filtro, aunque existen diferentes especialistas que pueden relatar de manera enérgica, una historia mientras que sus compañeros lo escuchan entre risas. El proceso tiene mucho de ritual, y puede tomar un par de minutos, hasta 10 o 15. El formato no está estipulado y en el parche todo se puede.
¡ Vamos a parcharnos ! y comenzamos a planear bebidas, comida, y por supuesto la fuma. El parche es un momento tranquilo, de serenidad, conversación, compartir ideas, apreciaciones y planes… el parche es la acción marihuanera por excelencia, a la que se ha achacado esa fama de letargo permanente que nos han puesto a quienes fumamos. Y no hay tal! Los momentos del parche son enriquecedores y nos invita a asumir una posición diferente. La diversión no siempre incluirá musica a alto volumen, gritos, jolgorio, chucu-chucu y el correspondiente baile “amasizao”.
Parchar puede llevar a otras acciones, como un club de lectura, un asado un sábado en la tarde o incluso una reunión de negocios, en uno de los edificios más prominentes del Poblado en Medellín. La invitación es a una reunión y terminó realmente siendo un parche con conversación de negocios. Hay parches de 20 minutos, hay otros de toda una noche. De hecho la idea de publicar en Identidad Cannábica y surtirla de historias y noticias en el mundo del Cannábis, surgió una noche en medio de los humos, en un parche. Se conoce gente nueva, nos relacionamos de manera sana. Hay quienes han encontrado un amor allí parchando o han encontrado un grupo de amigos con quienes congenia verdaderamente.
El parche tiene en si mismo la esencia de la dinámica marihuanera, en el que compartimos, no solo los humos de la paz, sino también las ideas y los puntos de vista. Es un ambiente enriquecedor que ha permeado todos los circulos sociales y permite que nuestra comunidad se consolide, que se generen espacios de reunión y convivencia para conocernos y darle a entender a la sociedad que nos abriga, que somos parte de ella y que podemos aportar muchísimo, si las condiciones de señalamiento y estigmatización se diluyen definitivamente en los tiempos de la historia y le apostamos mejor a un futuro en que la marihuana no esté excluida, sino que hace parte de nuestras costumbres, para sanarnos y hacernos reír, como siempre lo ha hecho.
Que viva el parche!